XENA

de Xena a XenaGabrielleArgoAmbar

Jesús Arpal Moya (Jesús Jeletón)

Entre encuentros y desencuentros con las artistas con las que trato de establecer contacto desde la distancia y múltiples filtros y unas cuantas imposibilidades, Xena se apareció como un cruce de caminos inesperado. Me sugieren que escriba sobre Xena, la princesa guerrera.

Pero también pienso en las lectoras que, como tú, se enfrentan a esta escritura; en la web de Eremuak, en la sala de exposiciones, en las revistas de información municipal y de la asociación ClineXXI. No puedo saber desde dónde me lees. Dice Carmen Martín Gaite, que de eso sabe un rato, que la escritura es principalmente la búsqueda de interlocutor. Pienso en ti y entiendo que todo esto parezca un poco arbitrario. Hay muchas cosas que escribir sobre los procesos que llevan a esta exposición a Balmaseda[1]. Es parte del arte encontrar más que buscar, y eso conlleva una cierta arbitrariedad a la hora de emprender el camino, y las artistas me han señalado el camino claramente. Teniendo en cuenta que no conozco Balmaseda ni a varias de las artistas[2], que escribo desde Barcelona y como otra artista más del equipo contingente Ainhoa Lekerika – Ander Pérez – Jesús Jeleton – M. Benito Píriz -Susana Talayero[3], voy a escribir sobre Xena. Voy a escribir una pequeña historia (una fanfiction[4], basada en personajes de televisión), esperando encontrar interlocutor*.

Si conoces a Xena, la princesa guerrera, te puedes saltar este párrafo; si no, sigue leyendo por favor.[5] Xena es un personaje de serie de televisión de los años 90. Una serie de televisión de aventuras, fantasía heroica, protagonizada por dos mujeres, algo inédito en el momento e influyente en las series posteriores, y que se ha convertido en inspiración feminista y lesbiana. Pues que Xena nunca es Xena sólo, sino Xena y Gabrielle, su compañera en la serie. Xena era una campesina que pierde a su hermano y padre por la violencia de ejércitos de saqueo y como táctica de supervivencia se convierte ella misma en guerrera y saqueadora al frente de su propio ejército. En determinado momento, su furia se quiebra al entender que está reproduciendo la injusticia que sufrió, y se convierte en una guerrera por la justicia[6]. En esta revelación tiene mucho que ver su encuentro con Gabrielle, campesina y poeta que quiere conocer mundo más allá de su comunidad pequeña y abocada al matrimonio, que sufre también la violencia de los ejércitos saqueadores, es salvada por Xena y decide inmediatamente seguirla en sus aventuras. Me parece significativo también que viven como nómadas, no quedándose en un sitio, lo que no impide que vuelvan a pasar dos o más veces por el mismo lugar[7]. Xena muestra a Gabrielle cómo ejercer el poder de la guerrera y Gabrielle muestra a Xena cómo ejercer la ética y la sensibilidad de la poeta. Son un simbionte[8] Xena-Gabrielle o Xena/Gabrielle[9]. Pero Xena y Gabrielle no son solas; las yeguas Argo y Ambar también son parte del holobionte[10]. Sin ellas los viajes, las batallas, y sobre todo la fantasía heroica serían muy diferentes. De Xena hemos pasado a XenaGabrielleArgoAmbar, y podríamos y deberíamos continuar, pero la historia pide paso y creo que tu paciencia de interlocutor* también. Vamos a la historia:

XenaGabrielleArgoAmbar (fanfiction)

Soy XenaGabrielleArgoAmbar, soy una relación, un equilibrio cambiante[11]. Soy y viajo, por caminos, armada y contando historias, en búsqueda de no sé bien qué[12]. Estamos a mediodía de finales de primavera y principios de verano, el bosque huele fuerte, aún verde pero ya cálido. Viajo por las Encartaciones, desde Bizkaia hacia otros territorios, aquí cerca está la frontera, y la frontera son líos. Los temo y me excitan a la vez, los líos. Intento arreglarlos y veo cómo crean a su vez nuevos líos. El bosque es hermoso, cerca suena un río pero aún no lo veo. Un búho se aparta a mi paso, a la vez me asusto y me arrepiento de asustarme y me hace gracia también. No sé si hay búhos-espia que puedan alertar de nuestra llegada, yo estoy preparada así que no me importa.

De repente ahí está: El río. Aún con buen cauce, hermoso, rápido y mojado, regalando vida. Junto al río un camino para carros. No para caballos, como el que seguía hasta hora. Para carros que llevan cargas que van a villas, con sus plazas, sus palacios, sus castillos. Me alegro de no ser un caballo de carga, pienso desde mi perspectiva yegua. Me uno temporalmente a este camino más transitado[13]. Alguna gente que sigue el camino me saluda, respondo el saludo pero no doy más de momento, la gente no insiste, ellos gente de oficios de villa, yo guerrera de bosque, cosas de mi(nuestra) experiencia(s)[14]. Me pregunto si habrá una plaza, mi Gabrielle tiene ganas de contar nuestras historias en la plaza. Mi Argo tiene ganas de sacarse de encima a mi Xena, y beber agua de fuente de villa, y mi Amber tiene ganas de estar a su rollo, mirar las flores. También me pregunto si habrá una posada, mi Xena tiene ganas de buena cena, cerveza y dormir en una cama, y se pregunta si habrá una buena tatuadora en la villa, se haría un tatu a gusto, seguro que Gabrielle también. Es curioso que según nos acercamos a la villa, mi ser-relación vibra y puedo (y tal vez los demás) distinguir por momentos entre Xena y Gabrielle y Argo y Amber, reacomodándose. No soy la misma en el bosque que en la villa, busco un nuevo equilibrio como si fuera un cuerpo que pasa de de estar sentado a estar de pie.

En la villa, llego a la aduana. Hay gente fuera, no mucha, con las caras tapadas. Todas menos yo y las criaturas más pequeñas, las caras tapadas. Están las puertas abiertas de par en par. Me separo: las yeguas fuera, la poeta y la guerrera dentro.

Soy las yeguas fuera, la gente me mira mucho aunque no parece que mal, las criaturas me quieren tocar pero las mayores no les dejan. Se me acerca una perra pequeña y lanuda, se queda conmigo. Me pregunto si me querrá acompañar en mis viajes pero se nota que pertenece. Tentador, pertenecer. Tal vez más adelante, aún no. O al revés, pertenecer aún menos y escapar de mí misma, y simplemente correr, salir disparada. Dejo de pensar en estas cosas porque alguien la llama, se llama como yo: Xena[15]. Este sitio está encantado, o yo estoy encantada, no sé.

Soy la guerrera y la poeta dentro. Entro sin mirar mucho a mi alrededor, con seguridad aprendida. La gente parece amable. Me encuentro imágenes de otras guerreras como yo con hermosos peinados[16], visiones de danzas flotando, paredes de cristal, ecos de canciones, la gente mirando todo como perdida, una casa mágica. No hay soldados. Esto no es una aduana. Yo también deambulo y hago como que miro y escucho, y luego miro y escucho de verdad. Cuando estoy mirando una de las visiones más grandes, veo algo en un rincón, algo muy pequeño que brilla, ¡chas!. Una joya, tal vez.

Encontrar una joya es una trampa viejísima, con que ahora sí miro hacia los lados. Nadie me hace mucho caso, bueno, sí veo que me miran las (cuatro) piernas, aunque la gente también va medio desnuda como yo no lleva corsés ni armaduras. Es interesante cómo hay imágenes tan grandes, figuritas tan pequeñas, todo desperdigado como en un juego. Parece más un juego que una trampa. Me acerco a la joya, o piedrita, o, ¡chas!: figurita

Es una figurita blanca.

Encontrarla me hace sentir que algo especial ha pasado, que lo que venga a continuación tendrá que ver con haberla encontrado. Pero no me la guardo como en otros tiempos, parece tener una cierta pertenencia al lugar. Me guardo el recuerdo de la figurita y del momento en que la encontré. Respeto, lo voy aprendiendo poco a poco.

Salgo fuera, me reúno, soy XenaGabrielleArgoAmbar entera otra vez, preparada.

Me ofrecen agua, cerveza. Hay gente joven, mayor. Corre alguna criatura y juegan a la pelota. Gabrielle ya está empezando a contar historias y se forma un pequeño corro. Veo que hay varios corros, o coros, similares. Tal vez sea un encuentro de poetas. Pregunto si hay posada y me dicen que sí, y hay calle, y hay cubos de cristal[17], y hay río. Alargaremos la noche y mañana hacia otro lugar, salvo que nos salga al paso una injusticia. Entonces sí empezarían los líos.

Soy XenaGabrielleArgoAmbar. Soy rebelde porque el mundo me ha hecho así[18].

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[1]Pero he llegado a la conclusión de que eso requeriría un texto colectivo, con las implicadas y afectadas, y no una intervención externa como es el caso.

[2]Sí conozco a Susana, artista que en esta ocasión toma el papel de mediadora. Con ella y con Aimar Arriola, durante un par de años, en Bilbao, organizamos L’occasione, unos encuentros artísticos en su casa del Casco.

[3]Acompañado a su vez por Leire Muñoz del equipo HARRIAK.

[4]Subcultura que se encarga de versionear e insuflar nueva vida a historias y personajes de ficciones de la cultura popular, una actualización de la mitopoiesis o re-creación constante de los mitos.

[5]Copio este recurso de Pastora Filigrani en «El pueblo Gitano contra el Sistema-Mundo», una de las lecturas recientes que me han transformado.

[6]La actriz que interpretó durante años a Xena, la neozelandesa Lucy Lawless, también se ha convertido con los años en luchadora por la justicia y volvió a las noticias por ser detenida en una operación de protesta contra el extractivismo en el ártico y más recientemente por una intervención en twitter en que desmontó a su ex-compañero de reparto en el papel de Hércules cuando este pretendía desinformar sobre la «toma del capitolio» de los seguidores de Trump. Gracias Susana por esta historia.

[7]Así M. Benito Píriz también repite en Balmaseda, donde ya se vio obra suya en Ertibil 2019 en el mismo palacio de Horcasitas.

[8]O siguiendo a la pensadora Donna Haraway, una simbiopoiesis, una creación conjunta.

[9]En la subcultura fanfiction, Xena-Gabrielle indicaría amistad y Xena/Gabrielle relación sexoafectiva, sean lo que sean esas cosas.

[10]Un holobionte sería lo que estamos acostumbradas a llamar «individuo» pero que es el ecosistema de simbiontes, múltiples organismos que viven-con, viven juntas. Tal como cada una de nosotras es un ecosistema de diferentes microorganismos vivos, una relación.

[11]Una intra-acción, diría Karen Barad, entre al menos dos personas y dos yeguas.

[12]Sanación de viejas heridas, cambiar el mundo, buscarme la vida, cosas así. Artes de vivir con fantasmas y monstruos en un planeta dañado, dirían Anna Tsing y sus amigas.

[13]No os perdáis los pensamientos de Sara Ahmed sobre caminos transitados en «Para qué sirve? Los usos del uso».

[14]En castellano hay el dicho: «Gato escaldado del agua fría huye». Me define bastante bien, y a ti?

[15]Puedes preguntar sobre esto a Susana Talayero, tiene que ver con contextos patriarcales, artistas feministas y perras indómitas.

[16]Puedes preguntar sobre esto a M. Benito Píriz. Tal vez por las connotaciones de la palabra «tribal» en estéticas juveniles urbanas.

[17]Puedes preguntar sobre esto a Ander Pérez, por cómo le interesó la idea de que hay calle y hay cubos de cristal que aparecía en unas notas anteriores.

[18]Puedes preguntar sobre esto a Ainhoa Lekerika, una versión desechada de la pieza que presenta en Xena incluía la canción de Jeanette que cito. No ha llegado a la exposición pero jugó un papel en un momento dado, eso llama mi curiosidad. Espero que la tuya también.