gizon txikia ez denean- hylé-morphé

gizon txikia ez denean- hylé-morphé

iñaki garmendia



EL INCIDENTE CON LAS FOTOS DESAPARECIDAS DE “SCREAM”: Si el Enano dice que no las tiene es que no las tiene. Volví a Andoain dos semanas después para reunirme con la persona que me pondría en el rastro de las fotos de “txisto”*.
Esto es lo que pasó: Pixi conocía bien al “enano”, que a su vez era de la cuadrilla del “    ” y a quien este dejó en custodia todo aquel material poco antes de desaparecer (RIP). El “enano” no las tiene, me dice: cuando lo del libro este se las pasó a otra persona (       ) y esta a su vez a una tercera y ahí es donde se pierde el rastro. Nadie los tiene y todos mienten –menos el “enano” cuya honestidad Pixi no cuestiona. En el pueblo algunos le sugieren que deje de preguntar. Todo se detiene con un nombre:
A mediados de agosto Pixi me llama y me da otro nombre. Quedo con “                                                               ” en Eibar, en el peaje de salida de la A8. Atravesamos el centro de Eibar hasta que me lleva a la única cafeteria abierta en pleno agosto, en la plaza del pueblo. Frente al ayuntamiento, el grupo de pijos con las remeras estampadas blancas y las Skull- calavera en negro había tomado el relevo en el banco. Nos sentamos en una terraza con obras al lado y lo primero que me pregunta (se pide un mosto largo) es para qué quiero yo esos negativos. Lo que quiero saber es quien se ha llevado la pasta, y quiero que él me confirme unos nombres. No le comento lo de la exposición, la novia de         y anterior pareja de                       se lió con el guitarrista de SCREAM, la noche aquella del concierto en el Gaztetxe,                                           que el yanki era Dave Grolh, el de Nirvana –se enteraron al año  por la mtv.
Al salir por el ramal para volver a entrar en la A8 me fijo en las ocho hileras de riscos descomunales que se alzan a unos ochenta metros sobre la autopista, unidades ligeramente asimétricas de hormigón, la vista desde la carretera es sobrecogedora. De regreso pienso en el espacio proyectado como sala de exposiciones y que debo rellenar con objetos, en Diana Downes, en los pijos del banco, en la arquitectura institucional de los dos miles, en Peña Gantxegi y en la pared inclinada…
Al día siguiente me llama Pixi: ¿Te acuerdas de Patxi Zabaleta, el dibujante de Ipurbetz? Pués ha aparecido en tu exposición. Le cuento la historia del guitarrista de SCREAM y la novia cadáver –de las fotos nada. En el pueblo todo el mundo está empezando a hablar de “lo tuyo”–me dice– la cosa se está yendo de madre, porque tarde o temprano, los nombres importan, y mucho.
(FINAL)
En otra fecha y lugar yo andaba buscando reunir un pequeño grupo de artistas de cuyas propuestas no necesariamente saliera una exposición –eventualmente la forma manda y queda poco margen para verdades novelescas. Sin un discurso aglutinador previo, sino con la convicción de ir definiendo un espacio de confluencia para una serie de subjetividades cuasi-antagónicas. El valor potencial de (“hacer”) una exposición solo reside en el acto mismo que lo genera, en los sucesos que uno puede ir construyendo por el camino, en las contingencias del propio “actuando”.
(Texto escrito con motivo de la exposición “GIZON TXIKIA EZ DENEAN.HYLÉ-MORPHÉ” 4-10/9- 11-2019 en Bastero Kulturgunea (Andoain). IGB 2019