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Dos torsiones a priori de las condiciones implícitas en el programa Harriak comienzan a conformar una propuesta sin contenido pero con propósito: la primera de ellas implica modificar las condiciones materiales en un gesto de igualamiento entre mediador y artistas para facilitar un trabajo común que parta del contexto local de Balmaseda en relación al espacio específico de la exposición; cuestión que incide inevitablemente en las condiciones temporales del proyecto y que, por tanto, nos aboca a la segunda torsión: situarnos en un planteamiento de trabajo sobre qué y cómo mostrar el momento más vulnerable de un proceso de creación abierto, aprovechando este riesgo para procurar eludir la hegemónica imagen-exposición conclusiva. Así, los dos gestos han devenido en un pacto: asumir la posibilidad de fracasar pero también de transformarnos, transitando entre el deseo individual y el manejo colectivo de los principales factores que determinarán la tarea, así como la adopción de las herramientas que ofrece el programa. De este modo, y para evitar caer en la imagen-exposición conclusiva, procuraremos una continuidad a posteriori, un segundo tiempo, otra posibilidad. Esta es la situación. Veremos cómo va sucediendo. (4 de octubre de 2022).