«Comedia en cinco partes y llena de agitación, suspense, lógica, crueldad y locura, como los cuentos de hadas que contamos a nuestros niños para ayudarles a lo largo de la vida, hasta la muerte» (Del guión de La Tercera Generación de R.W. Fassbinder). «De pequeña mi madre me solía encerrar en el ático cuando me portaba mal, lo que sucedía bastante a menudo. Y yo imaginaba que era una princesa encerrada en una torre por una reina malvada. Y, de repente, un caballero en corcel blanco y estandartes de colores al viento acudía al galope y blandiendo su espada. Yo pedía auxilio. Y él escalaba la torre y me rescataba. Pero nunca, ninguna de las veces en que tuve ese sueño el caballero me dijo: «venga, muñeca, te pondré a vivir en un precioso apartamento» (Del guión de Pretty Woman, de J.F. Lawton). La película parte de una premisa ficticia: ¿cómo habría sido Pretty Woman (la película famosa de Julia Roberts) si la hubiera dirigido el cineasta alemán Alexander Kluge? Sin duda, habría sido más sombría; y más irónica, caótica y fragmentada que la original. Pero también un modo de reflexionar en torno a qué iba mal antes, durante y tras la Reunificación de Alemania. En una conversación con Heiner Muller, Alexander Kluge le pidió que definiera qué tipo de cosa, animal, profesión, lo que sea… podía ser Alemania. Heiner Muller respondió: «simplemente, una mujer bella». Quizá el mundo sea un pañuelo, puede que sea una mera coincidencia; o quizá no. La primera Pretty Woman fue estrenada en 1990, entre la caída del Muro de Berlín -en noviembre de 1989- y la Reunificación Alemana del 3 de octubre de 1990. Por lo que la protagonista, la mujer bella, interpretada por Julia Roberts, tiene una función alegórica y puede ser interpretada de varias maneras. Puede hacer referencia a un país, según las palabras de Heiner Muller, o también a la clase trabajadora (es una trabajadora, una prostituta, que se dedica al tipo de trabajo que la Izquierda ha excluido de sus atribuciones). Sus circunstancias representan la decadencia de la lucha de clases y la irrupción de toda la clase trabajadora en la sociedad consumista, con sus preocupaciones consumistas y su felicidad consumista. En consecuencia, como contexto histórico, en la película, los años 90 cumplen la función de espejo negro, roto, en el que los reflejos ofrecen la conexión con la dimensión consumista de las relaciones humanas… En ese sentido alegórico también podría ser un edificio -un hotel, un edificio de 100 viviendas de protección oficial, un bloque de apartamentos de estilo soviético, quizá un rascacielos o un gran apartamento- pero, indudablemente, un edificio…, con fecha de derribo. Aunque, por supuesto, eso fue también el fin del siglo XX. http://vimeo.com/54601560