Idoia Montón, antagonista, sitúa sus trabajos en una zona nada normativa, porosa y repleta de entradas y salidas para la autobiografía y la polifonía del común. Pero no se trata de una acumulación, es un proceso selectivo: la toma de decisiones en el lugar de la vida lenta, delicadamente excéntrica. Idoia no ha dejado de trabajar cada vez, exhaustiva y refractaria a los hechos impuestos del capital y su cultura de la fatalidad.
Su actividad necesita de un tiempo insobornable para permanecer en estado de resolución para todos los públicos; son casos de estudio que se instalan en espacios jerarquizados por dispositivos tridimensionales, pinturas y la escritura del dibujo en collage como relatos y productos, nunca por separado, siempre en proliferación.
Idoia abusa intensamente de cada una de las metodologías expositivas transformándolas en combinatorias de la mímesis del común, la función anticapitalista y la desobediencia feminista.