trenza

un tejido de cristal

camila tellez

Antes de entrar al espacio expositivo ARENATZarte, que se encuentra en el parque del ayuntamiento de Güeñes; es importante mencionar que la mirada –de manera intuitiva–, se adelanta a nuestros pasos y entra por las paredes acristaladas de la sala, mientras caminamos en dirección a su entrada. Se puede intuir que la mayoría de los elementos en exposición –esculturas y vídeos– se disponen en el suelo y con mucha delicadeza, algunas fotografías y dibujos se organizan en los cristales.

Una vez adentro sucede lo inverso. La fuerza del verde del parque, sus árboles antiguos y césped suave, nos invitan a atravesar los cristales y fugarnos. Nos invitan a mirar desde afuera, a estar el cuerpo afuera, para luego, volver a entrar. Así, repetidas veces, mientras se mira la muestra.
Este movimiento y deseo de la mirada, es la respuesta-reflejo a la arquitectura de cristal de la sala, que genera una especie de “contradicción espacial”, puesto que la mirada puede entrar al espacio cuando el cuerpo está afuera, y contrariamente, salir por los cristales, cuando el cuerpo está al interior de la sala, lo que marca un inevitable “tono de retorno” entre el adentro y el afuera de ésta y posiblemente, la mayoría de las exposiciones que en ARENATZarte se organizan. En particular Trenza, resuelve esa espacialidad como la telaraña traslúcida de un árbol, en la que las tres artistas y la curadora, van entretejiendo juntas y con sutileza, diversos medios como esculturas, dibujos, pinturas, vídeos, fotografías y performance.
Trenza, –título escogido por la curadora [1]–, apunta a una manera entrelazada de organizar tres partes en el todo: las tres artista en el espacio expositivo. Pero más que pensar en el objeto trenza, el gesto poético del título propone una manera de hacer trenza en el espacio. Una manera manual de hacer trenza y anudar, tal vez, los objetos al espacio. Es significativo pensar que para realizar una trenza, también se necesita de un movimiento de “ida y vuelta”. En realidad, la mayoría de los tejidos funcionan entrando para salir, enganchándose un punto en otro, y así sucesivamente. Trenzar, también es un gesto que podemos realizar con los ojos. Por ejemplo, podemos articular una trenza ahora mismo, con el movimiento de nuestra mirada, o dicho de otra manera, con sólo pensar en el movimiento de una trenza, algo en nuestros ojos se mueve inevitablemente.
Así, observando las vueltas de esta trenza, vamos a rodear la sala por atrás. Afuera, en la parte opuesta a la entrada (la única que no es de cristal), hay un dibujo o tejido abstracto realizado con cinta dorada. Un “bordado mural» que aprovecha la rejilla metálica que cubre el edificio en esa parte. El tejido, de unos tres metros cuadrados aproximadamente, se adecua a la estructura como si se tratara de una planta trepadora que creció extendiéndose en varias direcciones por la superficie. Hay un árbol justo al lado de este bordado, muy cerca. La realizadora de esta pieza [2], tuvo que encaramarse al muro para alcanzar la altura en la que está situada –que es la altura del follaje–, para bordarlo con la extensión de sus brazos. La idea convencional de un bordado minucioso e íntimo, se ve excedido por la exageración de la escala en el espacio arquitectónico. Así el objeto resultante, tensa de manera tangible el espacio expositivo de Trenza hacia fuera de la sala. Parecido es lo que sucede con las fotografías que están en los cristales [3]. Algunas de las cuales están orientadas hacia el exterior y sólo pueden verse desde el parque, como un guiño a quién pasa por ahí. Mientras que adentro, la continuidad de las fotografías y dibujos, se ve interrumpida por esas imágenes que miran hacia fuera. Hay una fotografía en particular, en la que una mano sostiene una sardina en aceite. La sostiene de tal manera que el dedo índice entra en el cuerpo del pescado hasta su cabeza…
(siento una extraña inquietud mientras miro esta imagen, puesto que una persona se acerca desde el otro lado del cristal. Me siento sorprendida observando, pero en realidad la persona no lo nota, ella tiene su atención fija en una de las fotos que están cerca, de esas que miran hacia fuera.)
*
Un poco más adentro de la sala, las esculturas de materiales mixtos [4]: cemento, yeso, cartón, cinta adhesiva, frascos de vidrio, flores artificiales, pintura y otros más que no recuerdo, se reparten por el suelo a baja altura, haciendo tierra en su fragilidad, son más bien, objetos pequeños. Caminas entre ellos con cuidado, no vaya a ser cosa que tropieces con uno. Algunos son irregulares y otros son cuadrangulares. Son tremendamente íntimos. Sobretodo aquellos irregulares, que parecen estar hechos con insistencia hacia su interior, como si los materiales se abrazaran a si mismos, o es tal vez el gesto de la artista que abrazó los materiales hasta que se hicieran esculturas. Dispuestos en el espacio, su fragilidad brilla. Parecen piezas bizarras de ajedrez en un tablero sin grilla, que las jugadoras necesitan pensar y repensar en colectivo. En donde cada pieza es movida a pulso, poniéndose en relación una con otra y con otra y con otra pieza, y así van tejiendo y tensando su distribución espacial. Porque las piezas de la muestra, no llevan los nombres de sus realizadoras individuales. Mantienen el pacto colectivo de la trenza hecha de a tres. Aunque como dije, también podría ser la telaraña de un árbol, en la que otras partes performativas se ven involucradas.
Entre las esculturas, hay una de conservas de vidrio, envueltas en cinta adhesiva transparente, tan envueltas que se transforman en un sólo bulto amorfo y amarillento en el cuál, por unos incisos en el material adhesivo, se puede ver parte de los frascos. Las bocas roscas de los frascos se asoman sin las tapas. Por éstas también se puede ver el espacio interior y reconocible, cotidiano incluso, de una conserva vacía. Eso es lo que se ve, un poco más adentro.
(estaba sentada en el suelo de la sala, junto a ésta escultura. Mi oído estaba muy cerca de su boca, mientras los músicos del concierto interpretaban la partitura de Mikel [5]. Ellos, que en un principio tocarían afuera, se vieron forzados al adentro por las amenazas de lluvia. Gracias a este imprevisto, pudimos sentarnos en el suelo, como las esculturas. Apreciar los objetos sin distancia, mezclados con nosotros. Mezclados también con los sonidos. Algunos tonos entran y salen por la boca rosca de la escultura que tengo cerca. Podría ser una extraña caracola. Oigo los sonidos revotar.)
*
Es curioso pensar que casi todos los tejidos o trenzados que conocemos, se organizan en una relación de tensión entre las partes. Ya sea por nudos internos que rigidizan, dan peso y firmeza al tejido, o bien, por una tensión externa que separa y extiende su entramado. En cualquier caso, casi nunca apreciamos un tejido laxo. Parece ser que el estado de laxitud, nunca concuerda con la idea de tensión-extensión-firmeza, implícita en los tejidos más convencionales. Pocas veces consideramos aceptable, un tejido enmarañado, torcido, flojo de alguna esquina, suelto o hecho bola en el suelo. Pero estos también son estados posibles en cualquier tejido. Es más, la laxitud en un tejido podría ser su estado de resistencia sin tensión. La obstinación al régimen de lo siempre tenso.
Hay una laxitud bonita, en uno de los videos de la muestra [6]. En éste, la cámara encuadra la calle o adoquines del suelo, mientras alguien fuera del encuadre, lanza una y otra vez, cintas blancas –a veces negras– a ese suelo. Las lanza como riendas cortadas, o como latigazos blandos que después de unos segundos, vuelve a recoger para volver a lanzar. Durante esos segundos de quietud, tramas azarosas se dibujan en el suelo con la cinta. Otras veces, la cinta es arrastrada por el suelo en un encuadre fijo y bastante cerrado. Aunque el encuadre fijo mantiene el temblor de la mano de quién graba, el movimiento en el video, se da por la manipulación material de la cinta. Es el movimiento lo que estructura este video, pero un movimiento del cuerpo que, siempre está fuera del encuadre. El encuadre (como suelo) es la cancha de juego y lugar de recepción de los materiales.
Asimismo podemos apreciar el movimiento del cuerpo hacia afuera –de la sala de exposiciones–, en la visita guiada por el parque, realizada por la misma artista. Ella, que proviene de un contexto coreográfico, nos guía por los alrededores del jardín, conduciendo nuestra atención por un paisaje personal y anecdótico, que se sitúa en el mismo espacio del parque. En este caso, nosotros el público, somos como una cinta relajada, lanzada al espacio exterior.
¿Los plásticos?
Que he oído a alguien que les llamaba plátanos, como yo
No, eso es una berenjena
Para mí es un plátano pero es una berenjena
Yo he visto un pájaro
Me hace gracia…
Yo he visto un pájaro y un plátano
Un plátano y si miras un poquito más, parece un pájaro… [7]
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[1] Maia Villot
[2] Esti Ibarra
[3] también de Esti
[4] la mayoría son de Claudia Lorenzo.
[5] Concierto de Mikel A. García & ensemble (Andrea Berbois, Esti Ibarra, Garazi Navas y Fernando Ulzión).
[6] La realizadora del video es Beatriz Setién, que entre otras cosas más, propone una visita guiada por el parque que rodea la sala de exposiciones.
[7] Transcripción de un fragmento de grabación del día de la inauguración. Diálogo entre señoras del público y una de las artistas.